Nada es ahora
Húmeda y febril, ciega, sin excusas, sabiendo que esa noche de enero lo cambiaría todo, puse mi deseo y mi vida a las órdenes de Cornelia.
En cada asalto de manos desbocadas, obstinada, su noche, instaba a mi locura.
Húmeda y febril, ciega, sin excusas, sabiendo que esa noche de enero lo cambiaría todo, puse mi deseo y mi vida a las órdenes de Cornelia.
En cada asalto de manos desbocadas, obstinada, su noche, instaba a mi locura.